Y que alguien besaba a quien no debía. Pero esta es otra historia.
Aunque también me invitaban a una fiesta y me daban un disfraz extraño. Yo tenía que irme a Londres pero no había preparado la maleta aún, solo la de mano, pero me faltaba meter toda mi ropa en algún sitio. Mi padre estaba cabreado conmigo y me encierro en el lavabo a ponerme el minúsculo disfraz que me han dado para "la fiesta".
No me dicen dónde quedamos así que salgo a la calle, a dar vueltas, pero a medida que voy caminando me voy dando cuenta de que no quiero ir a esa puñetera y asquerosa fiesta donde hay un señor con el pelo gris y barba sentado en un sillón, así que decido caminar hasta casa, pero me convierto en una paranoica y creo que me van a matar en cualquier momento, solo veo gente, chicos y chicas vestidos para la fiesta metiéndose en coches y tengo miedo de que me lleven a la fuerza con ellos.
Al final llego a entrar en un bar, y me siento tranquila, ahí encuentro a unos chicos, y todos beben Cacaolat. Y creo que hay alguno que conozco. Y me siento en la barra con él y veo como tira todo el vaso de chocolate y me hace reir.
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