Como dentro de una burbuja nos limitamos a estar, sin necesidad de nada más, solo esas paredes transparentes que nos abrazan como si fuéramos unos recién nacidos prematuramente. Con la calma y la tranquilidad.
Todo resulta demasiado blanco como para crear una atmósfera, y el rojo de mi techo nos mira desafiantes desde arriba.
Las sábanas blancas, mi sangre roja, todo se limitaba a eso y ni siquiera nosotros salíamos de esa gama de colores. Los dientes se clavaban en mi piel y mi cerebro, como era? como una fruta madura se hundía dentro de mi.
Y mientras me tenías atada a la cama intentabas arrancarme toda la piel a tiras, y mientras yo lo único que hacía era intentar dormir un poco tu me obligabas a mirar cómo lo hacías. Aunque no eras la misma persona. También es cierto que lo que piense cuando me despierte nunca será lo mismo en lo que piense cuando me vaya a dormir, si es que en algún momento eres capaz de dejarme.
Rídiculo.
Mezclando cada vez más cosas y más historias. La mitomanía hecha mujer.
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