Odio esos momentos de lucidez dentro del propio caos. Esos momentos en los que todo resulta tremendamente amargo e insípido a la vez.
Que te arrancarías la lengua, los ojos y la piel a tiras si pudieras con tal de olvidarlo.
No sabes ya de que hablas, solo necesitas oxigenar el cerebro, dejarlo respirar. No pensar, en blanco completamente.
Momento de lucidez de nuevo. Un nudo, un ovillo sin ningún tipo de razón, completamente vacío.
Y sé que seguramente yo sea todo lo que odie.
20090620
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